Ya era tarde, más de lo habitual. Habíamos estado esperando como los últimos clientes se terminaba el último sorbo de su último vaso de vino. No teníamos nada que hacer salvo esperar. Estábamos sentados en una esquina donde no se nos viera, cansado, casi agotados, después de demasiadas horas esperando.
Hablábamos de todo y de nada, la típica conversación a esas horas de la noche, momentos propicios para las confesiones. De vez en cuando, entredientes, se escapaba algún insulto destinado a los huéspedes perezosos, y mientras, seguíamos con nuestra conversación en
sotovoce...
Finalmente, nuestros queridos clientes se van. Sin mirarlos, los despedimos recogiéndolo todo sin ningún tipo de contemplación. El cansancio sigue en nosotros, despacio, vamos recogiendo, aún seguimos con la conversación.
De pronto, Petite, la pequeña camarera francesa, me sorprende a la vez que me conmueve. Petite no es tan pequeña, es tan solo un año más joven que yo. Yo no me podía esperar de la Petite semejante sueño inalcanzable. Le tuve que preguntar por segunda vez, realmente me costaba trabajo entenderla, la culpa la tiene mi viejo y oxidado cerebro, incapaz de admitir nuevas opciones. Petite se paró en seco, me miró y me lo volvío a decir.
- El sueño que no puedo alcanzar, lo que más deseo y ahora mismo no puedo. Es ser mama. Tener un bebé.
Con voz de idiota le pregunté, porqué no, si tanto lo quieres puedes pensártelo.
Petite me miro con su sonrisa francesa en la que tuerce media cara y me espetó.
-Tú crees que estoy loca...
British kisses to everybody,
maybe dreams have to wait, but I'm tired to be waiter...
